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Que no te engañen con el Black Friday: así se destapan las falsas ofertas que parecen chollos

Que no te engañen con el Black Friday: así se destapan las falsas ofertas que parecen chollos

por Manuel Naranjo Actualizado: 20/11/2025

El Black Friday está a punto de llegar

Cada noviembre pasa lo mismo. Las webs se tiñen de negro, los números engordan, los relojes empiezan a descontar segundos como si fueran una amenaza personal y la sensación general es que si no compras ahora, pierdes. El mensaje está estudiado: menos tiempo para pensar, más estímulos, más urgencia.

Pero en cuanto decides frenar medio segundo y mirar cómo han evolucionado algunos precios en las semanas anteriores, el decorado se ve distinto. Ofertas que no son tales, descuentos inflados sobre cifras que nadie pagó nunca, supuestos chollos que apenas rozan el mínimo real de los últimos meses. El teatro funciona porque casi nadie entra a campaña con memoria. Y justo ahí es donde un comparador de precios bien planteado, con una gráfica de histórico en la ficha de cada producto, marca la diferencia.

Este texto no va de demonizar el Black Friday ni de hacer el papel de “no compres nada”. El objetivo es otro: mirar estas campañas con la misma seriedad con la que se analiza un buen monitor, una RAM o un SSD. Cuando alguien prueba hardware, no se queda en la pegatina frontal, va al detalle, contrasta, pone datos encima. Con los precios deberíamos hacer lo mismo. Y si tienes a mano el comparador de Geeknetic, más todavía, porque en la ficha de cada producto se muestra una gráfica con el histórico de su precio.

El truco casi nunca está en el viernes

Las jugadas discutibles no suelen nacer el propio Black Friday. Se preparan antes, con calma y sin titulares.

En octubre empiezan las pequeñas maniobras. Algún precio sube unos euros cada semana, sin llamar la atención. Algún PVP recomendado se mantiene como referencia aunque lleve meses sin ser real. Aparecen packs con accesorios menores que suben el “antes” sin aportar gran cosa al “después”. De vez en cuando se cuela un modelo casi idéntico, con una letra o un sufijo distinto, que sirve para construir comparaciones ventajosas: el que se rebaja es siempre el menos interesante.

En los últimos días se ha visto un caso claro con el Silicon Power Armor A60 de 2 TB, un SSD externo que durante octubre se mantuvo en torno a los 67 euros y que, a partir del día 28, empezó a subir hasta rozar los 100 euros. En el gráfico se aprecia cómo tanto el precio medio como el mínimo escalaron en paralelo justo antes de la campaña. Esa subida pasa casi desapercibida, pero convierte cualquier rebaja posterior en un supuesto “ofertón” sobre un valor inflado. Gracias a la gráfica de histórico de precios que aparece en la ficha del producto dentro del comparador de Geeknetic, ves la jugada al instante.

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Otro producto que ilustra bien esta estrategia es el teclado Glorious GMMK Pro 75 % Gateron Red ISO DIY Kit. Según la gráfica de histórico de precios del comparador de Geeknetic, apareció por debajo de los 182 euros hace semanas, y justo hace pocos días se situó en 219,95 euros bajo una única oferta visible. La subida previa convierte cualquier rebaja posterior en “chollazo”, aunque el precio vuelva a cifras similares a las anteriores. Con el histórico delante, lo que parece una ganga empieza a parecer estrategia publicitaria.

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Cuando entras a la campaña sin haber seguido nada, lo único que ves es el fotograma final: un porcentaje grande, una cuenta atrás, una frase escrita para empujarte a decidir rápido. Falta todo lo anterior. Y sin ese antes, cualquier “-30 %” parece importante.

Con la gráfica de histórico de precios de Geeknetic cada producto delante, la escena cambia. Ese monitor que ahora luce un “ahora 249” igual ya ha pasado por 229 varias veces. Ese SSD con “-35 %” puede venir de una subida previa tan reciente que la rebaja solo lo devuelve a donde estaba. Ese kit de memoria que se presenta como oferta cuando en realidad sigue por encima de su mejor precio del año. No hace falta sospechar de todo; basta con comprobar qué ocurrió antes de que el banner se pusiera negro.

Cuando el histórico convierte la intuición en algo serio

La memoria es mala compañera cuando te rodean mensajes agresivos. Todos hemos tenido esa sensación de “esto juraría que estaba más barato”, pero sin fecha ni cifra. Un histórico de precios rompe esa duda en seco.

En el comparador de Geeknetic, cada producto deja de ser una cifra suelta y pasa a tener contexto. Al abrir la ficha, ves el precio que marca cada tienda, ves si el envío está incluido o no, ves el mínimo registrado en un periodo razonable, ves cómo ha ido respirando el precio semana a semana. De pronto, la oferta del día deja de ser una anécdota y se convierte en un punto más dentro de una curva.

Pensemos en un monitor gaming: un Gigabyte GS32QCA, 31,5 pulgadas, curvo, QHD, 180 Hz, muy de la liga de quien busca una pantalla seria sin saltar a lo prohibitivo. En cualquier campaña de Black Friday podría aparecer adornado con un descuento llamativo.

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Pero el dato interesante no es el porcentaje del cartel, sino ver si el precio de hoy está por debajo de lo que ha sido capaz de ofrecerse antes. Si el comparador muestra que durante meses ha flotado en una franja estable y ahora cae por primera vez por debajo de ese suelo, tiene sentido considerarlo un buen momento. Si lo que ves es una subida previa y un recorte oportuno que solo lo devuelve a cifras ya vistas, el cartel deja de impresionar.

Con ese mismo criterio, el caso del Silicon Power Armor A60 de 2 TB es igual de ilustrativo. Es el típico producto muy presente en listas de recomendaciones: disco resistente, buena capacidad, compra recurrente. En campaña es carne de titular fácil: “rebajado”, “últimas unidades”, “mejor precio del año”.

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La gráfica de histórico de precios en la ficha del producto te cuenta otra cosa, y ese relato es el que importa. Ves si realmente ha ido bajando con el tiempo, si el precio actual rompe un mínimo anterior o si simplemente está dentro de una oscilación normal que se utiliza como si fuera algo histórico. Para quien compra almacenamiento una vez cada cierto tiempo, esos diez o quince euros de diferencia no son ruido; son precisamente el motivo para esperar o aprovechar.

Con la memoria RAM pasa lo mismo. Un kit como el Kingston FURY Impact DDR5 4800 MHz de 16 GB tiene un perfil perfecto para ser arma de marketing: componente técnico, siglas, números grandes, margen para marear. Si lo miras solo el día clave, cualquier rebaja empaquetada como “ofertón” puede sonar bien. Si lo revisas en el comparador de Geeknetic con el mismo rigor con el que leerías sus especificaciones y miras la gráfica de su ficha, ves si el precio actual se mueve en su zona razonable o si tienes de verdad delante algo que no habías visto antes. Ahí deja de decidir el eslogan y manda el gráfico.

Preparar el Black Friday como se prepara una buena compra

Hay dos formas de llegar al Black Friday. La más habitual es abrir la web el primer día serio de la campaña, dejarse llevar por la primera tanda de portadas y empezar a curiosear sin objetivo claro. Esa es la versión perfecta para que los carteles manden. La alternativa es menos vistosa, pero funciona mejor: decidir antes qué te interesa de verdad.

Si sabes que vas a ir a por un monitor, un disco externo, un kit de RAM o cualquier otro componente con cierto peso en el presupuesto, merece la pena hacer el trabajo previo. No hace falta un Excel; basta con acotar modelos concretos, entrar en sus fichas del comparador, mirar en la gráfica su comportamiento de precio en las últimas semanas, identificar el mínimo reciente y el rango en el que empiezan a ser compras sensatas.

Cuando llega la campaña, ya no estás mirando al conjunto como un escaparate infinito, sino a unos cuantos productos que conoces. Ves si el Gigabyte baja por primera vez de ese umbral que te habías marcado o si lo que se anuncia no mejora lo que ya habías visto. Ves si el Armor A60 rompe un mínimo interesante o si solo está vestido con el mismo precio de siempre, ahora rodeado de negro. Ves si la RAM de Kingston por fin cae a un punto que encaja con lo que ofrece o si no justifica cambiar tus planes.

Ese cambio de orden mental reduce de golpe el margen de error. Pasas de comprar porque algo “parece buen precio” a hacerlo porque sabes, con datos, que no se había puesto mejor en meses. Y si no llega a esa marca, no entras. Sin drama, sin sensación de perderse nada. Simplemente, no era el momento.

Y si prefieres no estar pendiente cada día, el comparador de Geeknetic también permite activar la opción “Avísame si baja”. Con un solo clic te llega un correo cuando el precio del producto que sigues cae por debajo del nivel que marcaste. Así puedes esperar tranquilo y entrar justo cuando de verdad compensa, sin tener que revisar constantemente las fichas.

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La comparación como antídoto contra el relato único

Otra ventaja del comparador es que impide que un producto viva en una burbuja. Las campañas adoran enseñarte una única referencia, sacarla a escena como si no hubiera alternativas serias alrededor. Con componentes es especialmente fácil hacer eso: cambias un sufijo en el nombre, juegas con una variante de memoria o con una carcasa distinta y consigues que el modelo que quieres empujar parezca único.

Cuando alineas en la misma página varias opciones similares, el truco se cae. Al lado del Gigabyte aparecen otros monitores curvos QHD en rangos parecidos de precio y características. Junto al Silicon Power Armor A60 ves otros discos externos de 2 TB con prestaciones muy cercanas. A la altura del kit de Kingston aparecen otras memorias DDR5 con el mismo perfil de frecuencia y capacidad. Esa foto conjunta te obliga a justificar la compra más allá del puñetazo visual del descuento.

Si un modelo presume de rebaja, pero sigue por encima de competidores directos que llevan meses en un precio razonable, deja de ser atractivo. Si una supuesta ganga en RAM se queda corta frente a otro kit que, sin tanto ruido, ofrece mejores latencias o mejor soporte, no hace falta pensarlo demasiado. Si el disco externo con gran cartel negro no baja de lo que ya ofrecían alternativas similares, el histórico y la comparación te dan la excusa perfecta para ignorar la presión del “solo hoy”.

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El porcentaje como decorado, no como argumento

El lenguaje oficial del Black Friday son los porcentajes, no las cifras. Un -40 % llama más la atención que un “ahorro de 12 euros respecto a lo que pagaba todo el mundo hace tres semanas”. Esa asimetría es la que permite construir narrativas sobre precios que, en frío, no pasarían el filtro.

Si llevas un rato mirando gráficos, empiezas a leer distinto esos carteles. Sabes que un porcentaje grande puede esconder un punto de partida irreal. Sabes que un descuento modesto puede ser mucho más potente si se aplica sobre un precio estable y ya ajustado. Y, sobre todo, sabes que la única forma honesta de hablar de “mejor precio del año” es poder demostrarlo en una curva.

Por eso es útil que, en lugar de quedarse con la cifra del banner, el lector de Geeknetic vea en ejemplos concretos cómo un monitor como el GS32QCA, un SSD robusto como el Armor A60 o una RAM como la FURY Impact se comportan a lo largo del tiempo. No es teoría; son productos que la audiencia reconoce, con fichas reales que muestran si lo que ahora se vende como ocasión lo es o no.

Elegir dónde merece la pena hilar fino

No todo requiere este nivel de atención. Un cable barato, un ratón de entrada, una alfombrilla, un accesorio muy de batalla no necesita un estudio previo de meses. Ahí, una visita rápida al comparador basta para confirmar que no estás comprando algo al doble de lo razonable y poco más.

Pero cuando entras en terreno de hardware con cierto peso, la película cambia. Un monitor en el que vas a pasar horas cada día, un SSD donde va tu sistema y tus proyectos, una RAM para un portátil que quieres estirar años, un televisor grande que no vas a renovar en mucho tiempo. En esas compras, una mala decisión es más difícil de digerir, y diez, veinte o cincuenta euros tienen un impacto distinto. Es ahí donde mirar históricos, comparar modelos y usar las herramientas del comparador deja de ser una opción simpática y se convierte en la forma lógica de comprar.

Mirar el Black Friday con la cabeza de una review

La comunidad que lee Geeknetic está acostumbrada a ver números, gráficas, capturas de consumo y pruebas reales. Sabe que un producto no vale por lo que pone en grande en la caja, sino por lo que entrega cuando lo pones a trabajar. El paso natural es aplicar esa misma mentalidad al ruido del Black Friday.

Antes de decidir, merece la pena preguntarse si sabes de dónde viene ese precio, si lo has visto en contexto, si lo has cruzado con alternativas y si estarías igual de tranquilo con la compra dentro de un mes, cuando ya no haya carteles negros que sirvan de coartada. Si la respuesta es sí porque el histórico y la comparación cuadran, adelante. Si la respuesta depende solo del contador en rojo, algo falla.

En ese punto, el comparador de precios no es un simple listado, es la herramienta que baja el volumen al marketing y te devuelve una foto menos teatral y más útil. Te enseña si aquello que quieres comprar ha llegado por fin al punto en el que encaja con tu montaje. Si no, se quedan fuera. No hay épica en eso, pero hay control.

Menos ruido, más memoria

El Black Friday no va a dejar de existir ni de gritar. Pero la decisión de entrar en ese ruido con los ojos vendados o con datos delante es tuya. Las herramientas ya están ahí. Un histórico serio en forma de gráfica dentro de cada ficha de producto (como el de Geeknetic), ejemplos concretos como los de estos tres componentes, la posibilidad de ver cómo respiran los precios cuando nadie está mirando y la opción de esperar al momento adecuado sin tragarte el relato oficial.

Con todo eso en la mano, “que no te engañen con el Black Friday” deja de ser un eslogan y se convierte en una consecuencia casi automática. Cuando sabes lo que ha pasado con un precio, el cartel pierde poder. Y, curiosamente, es en ese silencio donde aparecen los pocos chollos que sí merecen la pena.

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Redactor del Artículo: Manuel Naranjo

Manuel Naranjo

Ingeniero informático y Técnico Superior en Topografía, que dejó las obras por su pasión: la tecnología. Desde hace ya varios años me dedico a lo que me gusta, con eso lo digo todo. Mi filosofía es el trabajo y la ilusión, no conozco otra forma de conseguir las cosas. El motor (sobre todo la F1) y el basket, mis vicios confesables.

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